MINIATURE el arte de la naturaleza en miniatura se mostró con éxito durante todo el mes de Julio en el Centro Andino; miles de personas pudieron observar las pinturas y al mismo tiempo aprendieron sobre las especies de fauna y flora de Colombianas.
viernes, 14 de agosto de 2009
jueves, 11 de junio de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
miércoles, 3 de junio de 2009
viernes, 29 de mayo de 2009
José Celestino Mutis
José Celestino Bruno Mutis y Bosio; Cádiz, 1732 - Santafé de Bogotá, 1808) Médico y botánico español que figura entre los más destacados iniciadores del conocimiento científico en el Nuevo Mundo.
José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.
Se interesó entonces por la astronomía y la botánica, disciplinas en las que tuvo por maestros a Jorge Juan de Santacilia para la primera y a Domingo Castillejo y Miguel Barnades para la segunda. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-Medicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.
Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.
José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas (Santo Tomás a los dominicos, Javeriana a los jesuitas, Agustiniana de San Nicolás de Bari a los agustinos) o al clero secular (Nuestra Señora del Rosario). La pedagogía que se infundía en las escuelas y seminarios era heredera del Concilio de Trento de 1530 y estaba centrada en el aristotelismo y la escolástica tardía, sin ninguna explicación científica de la realidad.
Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico: fue la presentación de una nueva metodología, la del eclecticismo, y de una novedosa actitud ante el mundo y la vida, que significaba el abandono del fanatismo y la credulidad, para entrar en los terrenos de la física de Newton.
En ese empeño por modernizar las estructuras mentales de los criollos neogranadinos, Mutis se enfrentó con los sectores tradicionales de aquella sociedad estamental, y en especial con los dominicos. Así, en 1773, se declaró copernicano ante el virrey Manuel Guirior, en 1774 se le siguió causa, que fue archivada, y en 1801, tuvo que volver a defenderse, todo un escándalo para la hipócrita y pacata sociedad de la época.
Una de las consecuencias de la exposición de la teoría heliocéntrica de Copérnico fue que, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, la Corona tuvo que llenar de alguna manera el vacío cultural e ideológico que dejaron los padres de la Compañía de Jesús. En ese contexto el fiscal y doctor Francisco Antonio Moreno elaboró un Plan de Estudios en el que se creaba una universidad pública y unos estudios generales; la base ideológica para tales planteamientos fue el discurso inaugural de Mutis en la capilla de La Bordadita.
En 1763, Mutis envió al rey de España una representación, escrita desde Cartagena, en la que planteó escribir la Historia Natural de América. No obtuvo respuesta y volvió a redactar, al año siguiente, otra carta, con el mismo resultado. Decidió entonces ir adelantando por su cuenta ese trabajo, para el cual necesitaba fondos. Aunque era el médico preferido de los habitantes de Santafé y percibía buenas entradas económicas, prefirió incursionar en arriesgadas empresas comerciales y mineras. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de La Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1778 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata.
En lo que no fracasó, aunque tuvo que afrontar serias disputas, fue en el descubrimiento de la quina en el territorio de la actual Colombia. El interés de Mutis lo llevó a recorrer constantemente los alrededores de Santafé y la búsqueda dio resultados cuando en 1772 encontró el vermífugo en compañía de don Pedro Ugarte, en el monte de Tena. En 1774 el médico panameño Sebastián López Ruiz obtuvo una comisión real para hacer indagaciones sobre la existencia de la quina en Tena, Guayabal y La Mesa, con lo que entró en polémica con el sabio.
Al cabo de dos años, López Ruiz demostró que efectivamente había quina en los alrededores de Santafé. Luego de algunos análisis en España, fue confirmado como director de los acopios de quina en el virreinato y en 1778 el rey le otorgó un sueldo anual de dos mil pesos. Comenzó entonces un largo pleito entre ambos personajes, al final del cual Mutis salió victorioso, pero muy desgastado, y de todas maneras los resultados no fueron lo que la Corona esperaba.
Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.
La Real Expedición Botánica
En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.
Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.
En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.
Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.
Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.
Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.
El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.
Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia, Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana, Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.
La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.
Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.
Extraído de Biografias y Vidas
José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.
Se interesó entonces por la astronomía y la botánica, disciplinas en las que tuvo por maestros a Jorge Juan de Santacilia para la primera y a Domingo Castillejo y Miguel Barnades para la segunda. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-Medicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.
Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.
José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas (Santo Tomás a los dominicos, Javeriana a los jesuitas, Agustiniana de San Nicolás de Bari a los agustinos) o al clero secular (Nuestra Señora del Rosario). La pedagogía que se infundía en las escuelas y seminarios era heredera del Concilio de Trento de 1530 y estaba centrada en el aristotelismo y la escolástica tardía, sin ninguna explicación científica de la realidad.
Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico: fue la presentación de una nueva metodología, la del eclecticismo, y de una novedosa actitud ante el mundo y la vida, que significaba el abandono del fanatismo y la credulidad, para entrar en los terrenos de la física de Newton.
En ese empeño por modernizar las estructuras mentales de los criollos neogranadinos, Mutis se enfrentó con los sectores tradicionales de aquella sociedad estamental, y en especial con los dominicos. Así, en 1773, se declaró copernicano ante el virrey Manuel Guirior, en 1774 se le siguió causa, que fue archivada, y en 1801, tuvo que volver a defenderse, todo un escándalo para la hipócrita y pacata sociedad de la época.
Una de las consecuencias de la exposición de la teoría heliocéntrica de Copérnico fue que, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, la Corona tuvo que llenar de alguna manera el vacío cultural e ideológico que dejaron los padres de la Compañía de Jesús. En ese contexto el fiscal y doctor Francisco Antonio Moreno elaboró un Plan de Estudios en el que se creaba una universidad pública y unos estudios generales; la base ideológica para tales planteamientos fue el discurso inaugural de Mutis en la capilla de La Bordadita.
En 1763, Mutis envió al rey de España una representación, escrita desde Cartagena, en la que planteó escribir la Historia Natural de América. No obtuvo respuesta y volvió a redactar, al año siguiente, otra carta, con el mismo resultado. Decidió entonces ir adelantando por su cuenta ese trabajo, para el cual necesitaba fondos. Aunque era el médico preferido de los habitantes de Santafé y percibía buenas entradas económicas, prefirió incursionar en arriesgadas empresas comerciales y mineras. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de La Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1778 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata.
En lo que no fracasó, aunque tuvo que afrontar serias disputas, fue en el descubrimiento de la quina en el territorio de la actual Colombia. El interés de Mutis lo llevó a recorrer constantemente los alrededores de Santafé y la búsqueda dio resultados cuando en 1772 encontró el vermífugo en compañía de don Pedro Ugarte, en el monte de Tena. En 1774 el médico panameño Sebastián López Ruiz obtuvo una comisión real para hacer indagaciones sobre la existencia de la quina en Tena, Guayabal y La Mesa, con lo que entró en polémica con el sabio.
Al cabo de dos años, López Ruiz demostró que efectivamente había quina en los alrededores de Santafé. Luego de algunos análisis en España, fue confirmado como director de los acopios de quina en el virreinato y en 1778 el rey le otorgó un sueldo anual de dos mil pesos. Comenzó entonces un largo pleito entre ambos personajes, al final del cual Mutis salió victorioso, pero muy desgastado, y de todas maneras los resultados no fueron lo que la Corona esperaba.
Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.
La Real Expedición Botánica
En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.
Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.
En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.
Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.
Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.
Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.
El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.
Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia, Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana, Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.
La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.
Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.
Extraído de Biografias y Vidas
Cartilla "Súmese a la Expedición Botánica"
La cartilla Publicada por la Biblioteca Nacional de Colombia, en el marco del bicentenario de la muerte del sabio Mutis y en el bicentenario de la independencia, fué ilustrada por Paula A Romero y Fernando Laverde.
Ya se encuentra circulando por las bibliotecas públicas a nivel nacional, si quiere conocer más acerca de esta iniciativa y ver las ilustraciones puede dirigirse a este link:
Cartilla "Sumese a la expedicion Botanica"
La cartilla Publicada por la biblioteca nacional en el marco del bicentenario de la muerte del sabio Mutis y en el de la independencia, fue ilustrada por Paula A Romero y Fernando Laverde.
Ya se encuentra circulando por las bibliotecas públicas a nivel nacional, si quiere conocer mas acerca de esta iniciativa y ver las ilustraciones puede dirigirse a este link:
martes, 26 de mayo de 2009
José Celestino Mutis
José Celestino Bruno Mutis y Bosio; Cádiz, 1732 - Santafé de Bogotá, 1808) Médico y botánico español que figura entre los más destacados iniciadores del conocimiento científico en el Nuevo Mundo.
José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.
Se interesó entonces por la astronomía y la botánica, disciplinas en las que tuvo por maestros a Jorge Juan de Santacilia para la primera y a Domingo Castillejo y Miguel Barnades para la segunda. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-Medicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.
Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.
José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas (Santo Tomás a los dominicos, Javeriana a los jesuitas, Agustiniana de San Nicolás de Bari a los agustinos) o al clero secular (Nuestra Señora del Rosario). La pedagogía que se infundía en las escuelas y seminarios era heredera del Concilio de Trento de 1530 y estaba centrada en el aristotelismo y la escolástica tardía, sin ninguna explicación científica de la realidad.
Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico: fue la presentación de una nueva metodología, la del eclecticismo, y de una novedosa actitud ante el mundo y la vida, que significaba el abandono del fanatismo y la credulidad, para entrar en los terrenos de la física de Newton.
En ese empeño por modernizar las estructuras mentales de los criollos neogranadinos, Mutis se enfrentó con los sectores tradicionales de aquella sociedad estamental, y en especial con los dominicos. Así, en 1773, se declaró copernicano ante el virrey Manuel Guirior, en 1774 se le siguió causa, que fue archivada, y en 1801, tuvo que volver a defenderse, todo un escándalo para la hipócrita y pacata sociedad de la época.
Una de las consecuencias de la exposición de la teoría heliocéntrica de Copérnico fue que, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, la Corona tuvo que llenar de alguna manera el vacío cultural e ideológico que dejaron los padres de la Compañía de Jesús. En ese contexto el fiscal y doctor Francisco Antonio Moreno elaboró un Plan de Estudios en el que se creaba una universidad pública y unos estudios generales; la base ideológica para tales planteamientos fue el discurso inaugural de Mutis en la capilla de La Bordadita.
En 1763, Mutis envió al rey de España una representación, escrita desde Cartagena, en la que planteó escribir la Historia Natural de América. No obtuvo respuesta y volvió a redactar, al año siguiente, otra carta, con el mismo resultado. Decidió entonces ir adelantando por su cuenta ese trabajo, para el cual necesitaba fondos. Aunque era el médico preferido de los habitantes de Santafé y percibía buenas entradas económicas, prefirió incursionar en arriesgadas empresas comerciales y mineras. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de La Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1778 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata.
En lo que no fracasó, aunque tuvo que afrontar serias disputas, fue en el descubrimiento de la quina en el territorio de la actual Colombia. El interés de Mutis lo llevó a recorrer constantemente los alrededores de Santafé y la búsqueda dio resultados cuando en 1772 encontró el vermífugo en compañía de don Pedro Ugarte, en el monte de Tena. En 1774 el médico panameño Sebastián López Ruiz obtuvo una comisión real para hacer indagaciones sobre la existencia de la quina en Tena, Guayabal y La Mesa, con lo que entró en polémica con el sabio.
Al cabo de dos años, López Ruiz demostró que efectivamente había quina en los alrededores de Santafé. Luego de algunos análisis en España, fue confirmado como director de los acopios de quina en el virreinato y en 1778 el rey le otorgó un sueldo anual de dos mil pesos. Comenzó entonces un largo pleito entre ambos personajes, al final del cual Mutis salió victorioso, pero muy desgastado, y de todas maneras los resultados no fueron lo que la Corona esperaba.
Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.
La Real Expedición Botánica
En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.
Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.
En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.
Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.
Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.
Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.
El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.
Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia, Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana, Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.
La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.
Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.
Extraído de Biografias y Vidas
José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.
Se interesó entonces por la astronomía y la botánica, disciplinas en las que tuvo por maestros a Jorge Juan de Santacilia para la primera y a Domingo Castillejo y Miguel Barnades para la segunda. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-Medicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.
Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.
José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas (Santo Tomás a los dominicos, Javeriana a los jesuitas, Agustiniana de San Nicolás de Bari a los agustinos) o al clero secular (Nuestra Señora del Rosario). La pedagogía que se infundía en las escuelas y seminarios era heredera del Concilio de Trento de 1530 y estaba centrada en el aristotelismo y la escolástica tardía, sin ninguna explicación científica de la realidad.
Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico: fue la presentación de una nueva metodología, la del eclecticismo, y de una novedosa actitud ante el mundo y la vida, que significaba el abandono del fanatismo y la credulidad, para entrar en los terrenos de la física de Newton.
En ese empeño por modernizar las estructuras mentales de los criollos neogranadinos, Mutis se enfrentó con los sectores tradicionales de aquella sociedad estamental, y en especial con los dominicos. Así, en 1773, se declaró copernicano ante el virrey Manuel Guirior, en 1774 se le siguió causa, que fue archivada, y en 1801, tuvo que volver a defenderse, todo un escándalo para la hipócrita y pacata sociedad de la época.
Una de las consecuencias de la exposición de la teoría heliocéntrica de Copérnico fue que, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, la Corona tuvo que llenar de alguna manera el vacío cultural e ideológico que dejaron los padres de la Compañía de Jesús. En ese contexto el fiscal y doctor Francisco Antonio Moreno elaboró un Plan de Estudios en el que se creaba una universidad pública y unos estudios generales; la base ideológica para tales planteamientos fue el discurso inaugural de Mutis en la capilla de La Bordadita.
En 1763, Mutis envió al rey de España una representación, escrita desde Cartagena, en la que planteó escribir la Historia Natural de América. No obtuvo respuesta y volvió a redactar, al año siguiente, otra carta, con el mismo resultado. Decidió entonces ir adelantando por su cuenta ese trabajo, para el cual necesitaba fondos. Aunque era el médico preferido de los habitantes de Santafé y percibía buenas entradas económicas, prefirió incursionar en arriesgadas empresas comerciales y mineras. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de La Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1778 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata.
En lo que no fracasó, aunque tuvo que afrontar serias disputas, fue en el descubrimiento de la quina en el territorio de la actual Colombia. El interés de Mutis lo llevó a recorrer constantemente los alrededores de Santafé y la búsqueda dio resultados cuando en 1772 encontró el vermífugo en compañía de don Pedro Ugarte, en el monte de Tena. En 1774 el médico panameño Sebastián López Ruiz obtuvo una comisión real para hacer indagaciones sobre la existencia de la quina en Tena, Guayabal y La Mesa, con lo que entró en polémica con el sabio.
Al cabo de dos años, López Ruiz demostró que efectivamente había quina en los alrededores de Santafé. Luego de algunos análisis en España, fue confirmado como director de los acopios de quina en el virreinato y en 1778 el rey le otorgó un sueldo anual de dos mil pesos. Comenzó entonces un largo pleito entre ambos personajes, al final del cual Mutis salió victorioso, pero muy desgastado, y de todas maneras los resultados no fueron lo que la Corona esperaba.
Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.
La Real Expedición Botánica
En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.
Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.
En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.
Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.
Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.
Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.
El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.
Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia, Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana, Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.
La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.
Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.
Extraído de Biografias y Vidas
martes, 19 de mayo de 2009
viernes, 10 de abril de 2009
Orquídea abeja
José Estrada Garcia de Alicante España, es un amante de las orquídeas silvestres, el ha fotografiado la orquídea -ophrys- en su estado natural, y muy amablemente me ha proporcionado el modelo para realizar este apunte en acuarela.
!gracias José!
La ophrys Apifera es nativa de Europa. Su labelo imita el abdomen de un insecto, es así como atrae a las abejas macho de la especie Gorytes, para que polinicen su flor.
!gracias José!
La ophrys Apifera es nativa de Europa. Su labelo imita el abdomen de un insecto, es así como atrae a las abejas macho de la especie Gorytes, para que polinicen su flor.
sábado, 4 de abril de 2009
2006 – 2007 Chain Exhibition: at Public Libraries
“Images of the New World” by F. Emmanuel
A Journey through a world undiscovered were myth and reality fuse together and originate fantastic images ennobled by the exuberant and mysterious Nature.
“ Images Recetary” by Paula A.
A look through-out the routs of the spices, traveled by the medieval voyagers who recognized and qualified this exotic and exquisite group of plants. Senses and expression join together and generate a recipe collection of images.
Public Library Virgilio Barco:
Public Library El Tintal:
2007 Exhibition: at Contemporary Art Museum of Bogotá
“Images of the New World” & “ Images Recetary”
2008 Exhibition: at Botanical Garden of Bogotá “José Celestino Mutis”
“Images of the New World” & “ Images Recetary”
2008- 2009 Cultural Activities: at Public National Library of Colombia
Workshop and Conference: project that recovers history trough Art.
“Creation of Botanical Paintings based on the cultural legacy left by the wise and erudite José Celestino Mutis”
A look towards the diaries and archives of this wise professor who worked with colombian artists, and left a huge legacy for Art and Science. We can appreciate the extensive work of art and research represented in the 2.945 colored sheets of qualified botanical species.
With a previous artistic analysis; this workshop invites you to recreate all the processes followed by Mutis and his artists. From the difficult journeys searching and collecting natural pigments to the work in the table where composition, skills and discipline are proved.
2009 Cultural activities:at the Public National Library of Colombia
Workshop for children “My first Botanical Journey”
Invites children to explore and feel the contact with nature, then express their perceptions on their own journey’s diary. The children can learn about plants and use their creative skills ,telling stories through images.
2009 Representative Exhibition: about Graphic Art in Colombia at Cultural center Gabriel García Márquez .
From the series “El Páramo” by Paula A.
The Páramos are beautiful places full of accidented, mostly glacier formed valleys and plains with a large variety of lakes, peat bogs and wet grasslands intermingled with shrub lands and forest patches.
This series of lithographs reflects the magic and mysterious echoes of a marvelous but vulnerable ecosystem.
2009 Publication: of the Book“Be Part of the Botanical Expedition”
This book was published by the Public National Library of Colombia. In frame of the commemorative bicentenary to death of erudite José Celestino Mutis.
The Book tells the history and illustrate with images, the whole journey of Mutis since he weigh anchor from Cadiz Spain port, his amazement watching the exuberance of the new world, the difficulties he had to accomplish the Royal Botanical Expedition and the legacy he left for art, science and ideas for independence.
2009 Exhibition: at Agreement Andres Bello Gallery
“Miniature” Tiny treasures of Colombian Nature
In this exhibition the viewer is invited to take a closer look and rediscover a forbidden technique in history “the miniature”.
Incredible detail, refined skills and true expressions are qualities to enhance in this exhibition. People can recognize touching portraits of endangered Colombian specimens as mammals, reptiles birds and plants between others.
2009 Publication and alliance: with ProAves Foundation
Poster 10 years of conservation
This initiative started from an alliance we stablished with Proaves foundation; a Colombian non-profit organization that focuses on the study and conservation of our biodiversity, especially birds at risk of extinction and their habitats, in partnership with local communities.
This Poster with the endangered Colombian Yellow-eared Parrot. (Ognorhynchus icterotis), was inspired, on the 10 years of hard work for conservancy programs developed by the Foundation.
Publication: of the Poster “Let's save the blue billed curassow”
Thanks to ProAves Foundation and with the support of American Bird Conservacy, Bird Life, World Land Trust-US, US fish & wildlife service, Smithsonian National Zoological Park; we achieve the Poster of the Blue-billed Curassow (Crax alberti) a colombian curassow threatened by habitat loss.
“Festival” by ProAves
Is a dynamic and educational event where diverse activities for all the community, especially kids and youngsters living closer to the Blue-billed Curassow Natural Bird Reserve, take place, where ProAves focuses conservation efforts for this species.The Festival intends to increase the interest of the community in the conservationist programs carried out by ProAves, changing the way people sees and thinks about the Blue-billed Curassow.
Publication: of the Poster “Migratory Birds”
Thanks to ProAves Foundation and with the support of American Bird Conservacy, Bird Life, World Land Trust-US, US fish & wildlife service, Smithsonian National Zoological Park; we achieve the Poster for migratory used by ProAves, to carry out activities of conservation and environmental education.
“Festival” by ProAves
The objective of this festival is to promote the interest of the communities in the knowledge of migratory birds and the importance to preserve their habitat. In addition, the festival seeks to strengthen and consolidate the network of organizations and people committed to wild birds’ conservation in the country. Migratory birds make a dangerous trip and it’s the duty of the tropical countries to ensure their survival.
2009 Exhibition:at Bussines Mall Andino and alliance with “National and Natural Parks of Colombia”
“Miniature” Tiny treasures of Colombian Nature
2009 Publication: of the catalogues that classify a grate number of species of Fauna from National and Natural Park “Encenada de Utría”
2009 Exhibition:at FENALCO gallery
From the series “El Páramo” by Paula A.
“Natural History of Pencils” by F. Emmanuel.
Series of a “Natural history” kind of drawing that takes us on a journey trough the possibilities of Language and a methodology to evocate paradoxical images.
2009 Exhibition:at cultural center Skandia
“Natura”
In this Exhibition the viewer can take a look to a series of sketches and stud
“Images of the New World” by F. Emmanuel
A Journey through a world undiscovered were myth and reality fuse together and originate fantastic images ennobled by the exuberant and mysterious Nature.
“ Images Recetary” by Paula A.
A look through-out the routs of the spices, traveled by the medieval voyagers who recognized and qualified this exotic and exquisite group of plants. Senses and expression join together and generate a recipe collection of images.
Public Library Virgilio Barco:
Public Library El Tintal:
2007 Exhibition: at Contemporary Art Museum of Bogotá
“Images of the New World” & “ Images Recetary”
2008 Exhibition: at Botanical Garden of Bogotá “José Celestino Mutis”
“Images of the New World” & “ Images Recetary”
2008- 2009 Cultural Activities: at Public National Library of Colombia
Workshop and Conference: project that recovers history trough Art.
“Creation of Botanical Paintings based on the cultural legacy left by the wise and erudite José Celestino Mutis”
A look towards the diaries and archives of this wise professor who worked with colombian artists, and left a huge legacy for Art and Science. We can appreciate the extensive work of art and research represented in the 2.945 colored sheets of qualified botanical species.
With a previous artistic analysis; this workshop invites you to recreate all the processes followed by Mutis and his artists. From the difficult journeys searching and collecting natural pigments to the work in the table where composition, skills and discipline are proved.
2009 Cultural activities:at the Public National Library of Colombia
Workshop for children “My first Botanical Journey”
Invites children to explore and feel the contact with nature, then express their perceptions on their own journey’s diary. The children can learn about plants and use their creative skills ,telling stories through images.
2009 Representative Exhibition: about Graphic Art in Colombia at Cultural center Gabriel García Márquez .
From the series “El Páramo” by Paula A.
The Páramos are beautiful places full of accidented, mostly glacier formed valleys and plains with a large variety of lakes, peat bogs and wet grasslands intermingled with shrub lands and forest patches.
This series of lithographs reflects the magic and mysterious echoes of a marvelous but vulnerable ecosystem.
2009 Publication: of the Book“Be Part of the Botanical Expedition”
This book was published by the Public National Library of Colombia. In frame of the commemorative bicentenary to death of erudite José Celestino Mutis.
The Book tells the history and illustrate with images, the whole journey of Mutis since he weigh anchor from Cadiz Spain port, his amazement watching the exuberance of the new world, the difficulties he had to accomplish the Royal Botanical Expedition and the legacy he left for art, science and ideas for independence.
2009 Exhibition: at Agreement Andres Bello Gallery
“Miniature” Tiny treasures of Colombian Nature
In this exhibition the viewer is invited to take a closer look and rediscover a forbidden technique in history “the miniature”.
Incredible detail, refined skills and true expressions are qualities to enhance in this exhibition. People can recognize touching portraits of endangered Colombian specimens as mammals, reptiles birds and plants between others.
2009 Publication and alliance: with ProAves Foundation
Poster 10 years of conservation
This initiative started from an alliance we stablished with Proaves foundation; a Colombian non-profit organization that focuses on the study and conservation of our biodiversity, especially birds at risk of extinction and their habitats, in partnership with local communities.
This Poster with the endangered Colombian Yellow-eared Parrot. (Ognorhynchus icterotis), was inspired, on the 10 years of hard work for conservancy programs developed by the Foundation.
Publication: of the Poster “Let's save the blue billed curassow”
Thanks to ProAves Foundation and with the support of American Bird Conservacy, Bird Life, World Land Trust-US, US fish & wildlife service, Smithsonian National Zoological Park; we achieve the Poster of the Blue-billed Curassow (Crax alberti) a colombian curassow threatened by habitat loss.
“Festival” by ProAves
Is a dynamic and educational event where diverse activities for all the community, especially kids and youngsters living closer to the Blue-billed Curassow Natural Bird Reserve, take place, where ProAves focuses conservation efforts for this species.The Festival intends to increase the interest of the community in the conservationist programs carried out by ProAves, changing the way people sees and thinks about the Blue-billed Curassow.
Publication: of the Poster “Migratory Birds”
Thanks to ProAves Foundation and with the support of American Bird Conservacy, Bird Life, World Land Trust-US, US fish & wildlife service, Smithsonian National Zoological Park; we achieve the Poster for migratory used by ProAves, to carry out activities of conservation and environmental education.
“Festival” by ProAves
The objective of this festival is to promote the interest of the communities in the knowledge of migratory birds and the importance to preserve their habitat. In addition, the festival seeks to strengthen and consolidate the network of organizations and people committed to wild birds’ conservation in the country. Migratory birds make a dangerous trip and it’s the duty of the tropical countries to ensure their survival.
2009 Exhibition:at Bussines Mall Andino and alliance with “National and Natural Parks of Colombia”
“Miniature” Tiny treasures of Colombian Nature
2009 Publication: of the catalogues that classify a grate number of species of Fauna from National and Natural Park “Encenada de Utría”
2009 Exhibition:at FENALCO gallery
From the series “El Páramo” by Paula A.
“Natural History of Pencils” by F. Emmanuel.
Series of a “Natural history” kind of drawing that takes us on a journey trough the possibilities of Language and a methodology to evocate paradoxical images.
2009 Exhibition:at cultural center Skandia
“Natura”
In this Exhibition the viewer can take a look to a series of sketches and stud
viernes, 20 de marzo de 2009
LAMINAS ORIGINALES EN EL MUSEO NACIONAL
Estuvimos en el Museo Nacional de Colombia,donde se realizó la Exposición Iconográfica "Mutis al Natural" en este espacio se dió a conocer la vida y obra del sabio José Celestino Mutis cuyo legado historico ha constituido los principios del arte en Colombia.
En la muestra pudimos contemplar la perfección de 25 láminas botánicas , elaboradas por los pintores de la Expedición. Después de tantos años y por primera vez fueron exhibidas al público colombiano.
jueves, 19 de marzo de 2009
CONFERENCIA Y SEMINARIO, BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA
CREACIÓN DE MINIATURAS BOTÁNICAS DESDE EL LEGADO ARTISTICO DE JOSÉ CELESTINO MUTIS
Dictado en la Biblioteca Nacional de Colombia (2008-2009)
y cuya composición
destaca la "M" de Mutis
Un paso a traves de la historia
DIARIOS DE OBSERVACIONES
TALLER "MI PRIMERA EXPEDICIÓN BOTÁNICA"
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